Cada día que despierto, mis pies me cuentan que te extrañan..
Aprendí a descansar la planta completa de mis pies contra el piso, cuando estoy relajada.
A arrastrar levemente los dedos en cada paso cuando estoy cansada y descargar todo el peso del cuerpo en el borde externo cuando el contacto me impacta por el frío o por el calor.
Si estoy emocionada, camino bailando “de puntitas” con pasos ligeros y silenciosos.
Si estoy molesta, lo primero que toca el piso son mis talones.
Si de repente freno a dejar caer los brazos y descansar el cuello mi cuerpo ejerce presión en la base de mis dedos gordos.
Cuando abrazo con ganas, me pongo “de puntitas”.
Cuando saludo con desgano, avanzo sobre mi pie derecho y dejo al izquierdo listo para retroceder.
Cuando me siento en mi casa, mis pies descalzos se acercan hacia mí y muchas veces se juntan planta con planta y mis manos los acarician.
Mis pies hablan, dicen, reclaman, cuentan y confiesan.
Mis pies adoran los mimos, los masajes y sumergirse en el mar mientras estoy en la playa.
Mis pies juntan cosas del piso, mueven mesas, acercan sillas, abren y cierran puertas, eligen zapatos y se quejan con ampollas por mis malas decisiones.
Mis pies guardan secretos y se calman cuando entran en contacto con un par de manos queridas.
Mis pies acarician, pellizcan, abrazan y atrapan.
Mis pies juegan con otros pies y son felices.
Mis pies disfrutan de encontrarte al lado mío en mi cama..
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